Historia

Miju

Miju

Más de medio siglo tomando decisiones valientes

Miju nace en 1960. Apenas unos meses después, un joven ingeniero industrial llamado Arístides Maurel Tomás es contratado en la firma, fundada por un grupo de inversores en el barrio de La Química de Zaragoza. Su compromiso con el trabajo, las buenas perspectivas del sector, la ilusión por dirigir su propio destino y un coraje innato le impulsan a adquirir la empresa, que en ese momento contaba con una veintena de trabajadores.

En 1975, la actividad se traslada a un terreno de 15.000 metros cuadrados en el polígono Malpica, donde Miju sigue actualmente. Allí dispone de tres naves construidas que suman unos 9.000 metros cuadrados, en las que han llegado a trabajar más de cien personas.

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La llegada de los años 90 trajo a la industria del automóvil la amenaza de los países con mano de obra de bajo coste. “No contemplábamos trasladarnos allí porque suponía mucha inversión”, reconoce Roberto Maurel, director general de Miju y segunda generación de esta empresa familiar. Sin embargo, durante la feria sectorial de Frankfurt, un contacto les recomendó explorar la posibilidad de conocer India, ya que tenía unas leyes más homogéneas para los empresarios extranjeros que, por ejemplo, China. Así, la valentía fue mayor que la incertidumbre y, en 2004, realizaron los primeros viajes de prospección y empezaron a trabajar con algún proveedor.

En 2005 compraron un solar en el país asiático para construir una nave de producción. “Crear una joint venture con un socio local no nos daba suficiente confianza, así que en 2006 empezamos a llevar maquinaria y a fabricar. Nuestros clientes nos pedían trasladar allí la producción a la vez que fuimos atrayendo clientes europeos que buscaban menores costes”, explica. Esto supuso reducir los volúmenes en Zaragoza en el periodo 2011-2015, tanto de producción como de plantilla, mientras la factoría india crecía hasta los 121 empleados actuales. “Nuestro esfuerzo ahora está en intentar conseguir proyectos para Zaragoza y volver a crecer en tecnología y producción para ser más competitivos. La pandemia nos ha demostrado que depender del exterior es peligroso y esta filosofía está calando en nuestros clientes, que cada vez más nos piden fabricar en España”, concluye Maurel.