Historia
Molcuar
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Dos etapas, misma ilusión
“Soy de vivir experiencias y no me lo quería perder”. Así resume Ignacio Serrano, director técnico y gerente de Molcuar, por qué dejó la seguridad de un puesto fijo con gran proyección profesional en una multinacional y prefirió lanzarse a la aventura del emprendimiento y la gestión empresarial. Porque para quien atesora la ilusión de un niño y está ávido de nuevos aprendizajes, no hay obstáculos ni excusas que valgan. Pero remontémonos al comienzo de todo…
A punto de cumplir dos décadas de vida, Molcuar Utillajes nace en 2005 orientada al mecanizado, el diseño y la construcción de moldes y útiles de control para dar respuesta a las necesidades de la industria de transformación del plástico. Unos años más tarde, su propietario, José Antonio Hernández, empieza a pensar en su relevo. Dado que entre los miembros de su familia no había un sucesor natural, decide buscar fuera de casa. Y en una de las ocasiones en las que se reúne por negocios con Serrano, que en ese momento trabajaba en Araven, se lo ofrece. “En un primer momento, no me lo planteé porque yo entonces estaba muy contento allí”, reconoce Serrano, ingeniero técnico industrial en la especialidad de diseño de producto. “Antes hice un grado superior en producción por mecanizado –puntualiza-. Soy un defensor a capa y espada de la Formación Profesional, me ha aportado grandes momentos de felicidad”.
Antes ya había trabajado en otras empresas referentes de la industria aragonesa. Primero en CEFA, donde empieza aprendiendo el oficio desde la base y acaba promocionando hasta responsable del área de mantenimiento de moldes. Hasta que en 2008 se marcha a la entonces General Motors España en busca de su gran oportunidad. “Era el máximo exponente del automóvil en Europa y todos los ingenieros de Aragón queríamos trabajar allí”, justifica. Sin embargo, Serrano no contaba con que la compañía pasaría por dificultades poco después. Dejando los planes de carrera en un segundo plano.
Después de cuatro satisfactorios años en Araven, donde conoce a grandes profesionales que se convertirán en amigos, abre la puerta a otras opciones y se deja seducir por el emprendimiento. “Me llamaba la atención aceptar el desafío de gestionar mi propio negocio aunque sin tener que empezar desde cero, con cierta seguridad, así que me uno a Molcuar”, cuenta. Después de estudiar el proyecto a fondo, llega a un acuerdo para comprar participaciones de la empresa y, junto con otros dos socios capitalistas, prepara un calendario para los próximos 10 años de transición hasta la jubilación de Hernández. Finalmente, Serrano se incorpora en 2013. “Cuando yo llegué había seis trabajadores”, recuerda, frente a los 27 actuales. Cuando lleva dos o tres años como gerente en Molcuar, el dueño le plantea acelerar su sucesión y en 2017 se convierte en el socio mayoritario.
De una nave de apenas 350 metros cuadrados en Cuarte de Huerva, Molcuar pasa a ocupar también las dos contiguas gracias a su buen servicio y el reconocimiento de sus clientes. Pero ante la necesidad de crecer de manera más ordenada y eficiente, en 2021 la empresa se muda a sus actuales instalaciones. Allí ha abordado con éxito algunos de sus proyectos “más importantes y bonitos”, como la producción de moldes sándwich de hasta 36 toneladas para automoción.